En estos días, recordamos los atentados paramilitares llevados a cabo el 9 y 10 de noviembre de 1938, con una serie de ataques masivos, que dio arresto y se cobró la vida de tantas personas en Alemania y Austria, conociéndose como la noche de los cristales rotos, que además llevo al saqueo, destrucción de hogares, negocio, escuelas y el incendio de más de 1000 sinagogas.
El Partido Nazi toma el poder en Alemania en 1933 fijando sus bases ideológicas en el antisemitismo
Pese a la pronunciación del Papa, Pio XI, de que solo una raza humana existe, el ministro de trabajo Nazi Robert Ley respondió sin compasión negando lo dicho por Pio XI, quien debió pedir a los arzobispos iniciar los trámites para entregar visas para que muchos puedan salir del país, estimando que unos 200000 lograron escapar del tercer Reich.
El sucesor del Padre Pio XI, en 1939 el Padre Pio XII, desaprueba la guerra, el racismo, el antisemitismo, la invasión a Polonia y la persecución a los católicos.
La decisión nazi de llevar adelante este genocidio fue tomada entre principios de 1941 y alcanzó su punto culminante a comienzos de 1942 con la denominada Solución Final, en ese entonces las víctimas eran transportadas en trenes de carga conducidos a campos de exterminio, donde luego eran asesinados sistemáticamente en las cámaras de gas.
Años de persecución y asesinatos, se extendió a otros grupos étnicos y políticos, contando con la complicidad del Estado Alemán que llevo adelante toda la logística.
A lo largo del Holocausto, se produjeron episodios de resistencia armada y heroica contra los nazis, como lo fue en 1943 el levantamiento del Gueto de Varsovia, produciendo el levantamiento de un centenar de heroicos judíos armados contra el poderoso ejército alemán y que, a pesar de que el final era inevitable, durante un mes lucharon hasta el último instante por sobrevivir.
En un mundo de debacle moral, una pequeña minoría desplego su coraje y mantuvo los valores humanos en pie, ellos fueron «Los Justos entre las Naciones», ciudadanos/as no judíos de distintos países que sin recibir nada a cambio, arriesgando sus vidas y las de sus familiares, fueron en contra de la hostilidad y la indiferencia que existió durante el Holocausto y salvaron a miles de hombre, mujeres y niños de una muerte segura. –
Algunos actuaban por convicción política, ideológica o religiosa, otros solo como seres humanos que le importaban las personas a su alrededor, pero todos con un mismo denominador, la humanidad y el coraje para defender los principios morales.
En este breve recorrido histórico, debemos instar a la permanente generación de conciencia sobre los peligros que conllevan las ideologías que difunden el odio.
Estimular los comportamientos solidarios ante el sufrimiento de los demás, fomentando conductas éticas y humanitarias para prevenir para prevenir futuros crímenes hacia la sociedad.
Educar a las generaciones venideras, preservando la memoria, estimulando comportamientos democráticos, concientizando sobre las consecuencias producto del racismo, la discriminación, la xenofobia y el antisemitismo.
Quien no recuerda pierde su humanidad y desafía la esencia de los valores humanos.